Análisis de vulnerabilidad emergente:
evolución del Índice de Riesgo Emergente (ERI)
Autor: MAPFRE Economics
En el primer semestre de 2021, la economía mundial se ralentizó debido al avance de las nuevas variantes del coronavirus y la necesidad de tomar medidas más restrictivas para contenerlo, incluso en las economías más avanzadas. En este contexto, el avance desigual de las campañas de vacunación entre desarrollados y emergentes a lo largo de la primera mitad del año, en favor de los primeros, ha permitido la reapertura gradual de algunas economías importantes, propiciando así un respiro a la economía mundial.
El año pasado estuvo fuertemente marcado por la pandemia del Covid-19; sin embargo, la rápida acomodación fiscal y monetaria ante el shock permitieron estabilizar su impacto. Así, una vez superada la primera fase epidemiológica, la capacidad de recuperación fue mayor en los países con una menor necesidad de financiación de la cuenta financiera y con una cuenta comercial superavitaria dinamizada por el repunte del precio de las materias primas. Esto generó una divergencia entre los países con un menor control de la pandemia y más dependientes de flujos exteriores, ocasionando un lento ritmo de recuperación de sus niveles de actividad.
En este contexto, los países con mayor grado de integración en las cadenas de suministros globales se favorecieron de la reactivación de éstas, así como de una ligera mejora de la demanda externa. En esta línea, los factores previos a la pandemia, como la fortaleza macroeconómica y el ahorro fiscal, son diferenciadores para el desempeño de los países, ya que en ello recae la capacidad de las distintas economías para afrontar los elevados niveles de gasto público y endeudamiento ocasionados por la crisis del Covid-19, ya que incluso países que se beneficiaron del alza de los precios de materias primas han tenido un aumento de Índice de Riesgo Emergente (ERI) debido a esa falta de solidez en sus cuentas fiscales.
Pese a que el análisis recogido con el ERI emplea datos de 2020 su sentido es forward looking puesto que remarca debilidades que afectarán el desarrollo de la estabilidad nominal de los países emergentes a lo largo de 2021 y 2022, y mostrará los efectos diferenciales producidos por la disrupción económica provocada por la pandemia.
Principales conclusiones del análisis
El estudio de las vulnerabilidades de una serie de mercados seleccionados a partir de la construcción del ERI, ha permitido extraer las siguientes conclusiones generales (véanse las Gráficas A a G):
- En el caso de Argentina, se presenta una ligera mejoría del indicador destacando (i) la recuperación de la actividad económica, (ii) el favorable proceso de renegociación de la deuda externa, (iii) la acumulación de resultados positivos en la cuenta corriente y (iv) una dinámica fiscal más contenida; sin embargo, ciertas vulnerabilidades estructurales continúan latentes, (i) el limitado acceso al endeudamiento exterior (ii) la inestabilidad de la divisa local, (iii) la necesidad de un reequilibrio presupuestario acorde a los programas del FMI y (iv) cierta tendencia hacia desequilibrios corrientes en su balanza de pagos. En Turquía por su parte, el indicador ha continuado deteriorándose, agudizándose los desequilibrios en (i) la cuenta corriente, (ii) la deuda externa elevada principalmente en dólares, (iii) elevadas tasas de inflación y (iv) el sector financiero y su capacidad de canalización hacia el sector privado no financiero.
- Las economías de Perú y Rusia, por su parte, muestran ligeros deterioros en el ERI con respecto al informe previo, aunque en menor medida que el reflejado en el movimiento de los EMBIs. En Perú, el mayor riesgo se concentra en la deuda externa adquirida durante la pandemia, la menor cobertura de los ahorros fiscales y los altos niveles de garantías crediticias por parte del gobierno a plazos relativamente estrechos. En Rusia, preocupa principalmente el deterioro del crédito medio de su sistema financiero en términos de NPL’s, aunque actualmente, este efecto se encuentra sopesado por la mejora de su posición exterior debido a la recuperación de la demanda de energía global y los precios del petróleo que han impactado positivamente en su balanza de pagos.
- Finalmente, en las economías de Indonesia y Colombia, aunque los riesgos se mantuvieron similares al año previo a la pandemia, ésta ha evidenciado vulnerabilidades al alza en Colombia y cierta resiliencia en Indonesia que registra una posición ligeramente más favorable. La economía colombiana continuó mostrando un elevado déficit por cuenta corriente pese al efecto de los mayores precios de materias primas; además, el fracaso en materia fiscal especialmente de la reforma tributaria hace que la brecha entre el EMBI y el Scoring permanezca amplia. En el caso de Indonesia, el crédito al sector no-financiero y los elevados niveles de deuda externa continuaron aumentando a lo largo de 2020 aunque a un ritmo moderado; en este contexto, el riesgo de contagio por un peor desempeño de China aumenta, exponiendo a la economía a mayores primas de riesgo cuyo impacto se refleja en el EMBI.