Crédito y actividad aseguradora
Autor: MAPFRE Economics
Síntesis de conclusiones del informe:
MAPFRE Economics
Crédito y actividad aseguradora
Madrid, Fundación MAPFRE, diciembre 2024
Evolución del crédito y su papel en la actividad aseguradora
El volumen de crédito es una variable económica fundamental que influye en diversas áreas de la economía, incluida la actividad aseguradora. Lo hace en la medida en que estimula el consumo y la inversión, dos variables macroeconómicas que tienen una influencia directa en el sector asegurador en todas sus líneas de actividad, tanto en el segmento de los seguros de No Vida (los seguros de Autos y los que cubren la propiedad o daños personales de los hogares, comercios o empresas), como en los seguros de Vida, incluidos los asociados a la concesión del crédito (para el caso de muerte y los complementarios de incapacidad o invalidez del deudor), actuando, además, como garantía para los acreedores crediticios de forma directa o indirecta (a través de la cobertura de los colaterales asociados al crédito), lo que contribuye a la estabilidad y buen funcionamiento del sistema financiero.
A nivel global, la relación entre el crédito y la demanda aseguradora es especialmente relevante cuando se comparan las primas de seguros con el volumen del crédito a los hogares y a las empresas (véase la Gráfica 1).
Gráfica 1. Mercados globales: crédito al sector privado no financiero vs primas de seguros (% PIB)
(curvas de regresión ajustadas)
En el caso de los mercados emergentes, es incluso mayor cuando se comparan las primas de seguros con el volumen del crédito a los hogares, lo que estaría explicando el 83,3% de la variabilidad de las primas de seguros en estos mercados (véase la Gráfica 2).
Gráfica 2. Mercados emergentes y en desarrollo: crédito a los hogares y ENLs vs primas de seguros (% PIB)
(curvas de regresión ajustadas)
Ciclos de crédito y riesgos para el sector asegurador
Los ciclos crediticios pueden tener gran transcendencia para la economía y, por extensión, para el sector asegurador, ya que afectan a variables como la construcción de nuevas viviendas, el precio de los inmuebles o la nueva matriculación de vehículos, además de los efectos particulares en el PIB nominal y el consumo privado, que tienen repercusiones sobre el sector asegurador en todas sus líneas de actividad. Los mercados emergentes y países en desarrollo presentan ratios de crédito respecto al PIB sustancialmente inferiores a los mercados desarrollados, los cuales cuentan con unos mercados de capitales y una calificación crediticia superior, lo que permite a sus economías mantener mayores niveles de endeudamiento sin generarles, en principio, problemas de estabilidad financiera (véase la Gráfica 3).
Gráfica 3. Crédito a los hogares y empresas no financieras
No obstante, como la historia ha podido comprobar, una expansión descontrolada del crédito ha generado crisis económicas profundas también en estos mercados (como sucedió en Japón en la década de los noventa o en los Estados Unidos en 2008), desencadenando una crisis con consecuencias globales.
Desarrollo del mercado de capitales
Además del énfasis en la financiación proveniente del sistema bancario, es fundamental destacar la importancia del desarrollo del mercado de capitales, mecanismo a través del cual se facilita el acceso a la financiación de los distintos agentes económicos, un ámbito en el que los intermediarios financieros bancarios suelen ser los protagonistas tradicionales. Estados Unidos es la gran excepción, con un sistema crediticio más orientado a los mercados de capitales, en donde una gran parte de la financiación empresarial proviene directamente de los referidos mercados, a través de una amplia variedad de instrumentos financieros y profundos mercados primarios y secundarios globales que facilitan su liquidez.
En los sistemas financieros bancarizados, como los de Europa, las entidades bancarias son las principales intermediarias que transforman depósitos en préstamos, evaluando el riesgo de los prestatarios y asumiéndolo en sus balances. Así, en Alemania, Francia, Italia o España, la bancarización ha sido el eje central de la financiación, especialmente para los hogares, las pequeñas y medianas empresas (PYMES) y sectores como el inmobiliario. Un mercado de capitales desarrollado conecta a los inversores institucionales, como gestoras de fondos y aseguradoras, con empresas que buscan capital para crecer, diversificando sus fuentes de financiación. Este modelo de inversión es especialmente relevante para startups, empresas en expansión y sectores estratégicos, como la tecnología o las energías renovables, entre otras, siendo esta una asignatura pendiente en la Unión Europea que está tratando de mejorar a través de la iniciativa conocida como la Unión del Mercado de Capitales.
Por otra parte, los mercados emergentes y países en vías de desarrollo requieren mejoras en su infraestructura financiera, tanto bancaria como de sus mercados de capitales, superando barreras como la falta de acceso físico a servicios financieros, la baja conectividad digital y, en general, la desconfianza en el sistema. El establecimiento de redes de sucursales, agentes corresponsales y mejoras tecnológicas, plataformas de pagos digitales accesibles, además de simplificar los requisitos de apertura de cuentas y diseñar productos financieros inclusivos, son factores en los que deberían incidir las políticas públicas en estos países.
Crédito, evolución demográfica y envejecimiento poblacional
Los cambios en las tendencias demográficas que se están produciendo desde finales del siglo XX, que se caracterizan por una caída sostenida en las tasas de fecundidad y mortalidad, y su consecuente impacto sobre la esperanza de vida, influyen, a su vez, en la composición de la población por grupos de edad. Este cambio en la estructura de edad de la población en muchos países desarrollados, y cada vez más en los emergentes, se caracteriza por el progresivo envejecimiento de la población, con una proporción mayor de personas en las cohortes que alcanzan la edad de jubilación, las cuales, además, se benefician de un aumento en su esperanza de vida.
Este cambio demográfico (fundamental en el análisis de la potencialidad de la actividad aseguradora) tiene también implicaciones sobre el crédito bancario. La mayoría de los estudios que se han llevado a cabo sobre el tema concluyen que el envejecimiento de la población genera, como uno de sus resultados, una contracción del crédito, la cual es atribuible en buena medida, a la menor propensión al riesgo de las personas mayores, a la disminución de las tasas de ahorro de los hogares y al menor apetito de riesgo de los bancos como resultado del envejecimiento poblacional. La demanda de crédito suele seguir un perfil de ciclo de vida, en el que el pico de demanda coincide con los trabajadores jóvenes en edad productiva, y en el que la demanda cae a niveles relativamente bajos hacia el final de la carrera laboral.
En el siguiente enlace puede encontrar el estudio Crédito y actividad aseguradora, elaborado por MAPFRE Economics, en el que se analiza con más detalle la relación entre el crédito y la actividad aseguradora y se presenta un análisis de una selección de mercados representativos. Dicha selección cubre las grandes regiones a nivel mundial: América del Norte (Estados Unidos), América Latina (México y Brasil), Europa (Reino Unido, España y Alemania) y Asia (Turquía, Corea del Sur y Japón). En todos los casos, se han empleado series históricas largas que comparan el peso la evolución de los tres grandes componentes del crédito al sector no financiero, es decir, el crédito a los gobiernos, a los hogares y a las empresas (no financieras), así como su nivel de bancarización.